martes, 16 de febrero de 2016

Mi Vecinita - por Rheist

Me llamo Antonio, tengo 35 años y trabajo en el ayuntamiento. Soy un tío corriente, con una vida corriente. Soy algo más alto que la media, y delgado, ligeramente atlético. No puedo decir que tenga un cuerpo de gimnasio, pero bueno, tengo cuerpo y voy al gimnasio. Llevo siete años viviendo en este piso con mi mujer, Lourdes.
-Buenos días Antuán
-Hola.
La persona que ha entrado en el ascensor es la hija de mis vecinos, Estrella. Tiene 18 años, creo, y me llama Antuán porque el primer año que viví aquí le estuve dando clases particulares de francés para sacarme un dinero extra. Ahora es una mujercita bastante sexy, hace gimnasia rítmica y se le nota bastante en el físico, es menudita y delgada, aunque tiene unas piernas perfectas que casi siempre se pueden apreciar porque suele vestir vaqueros ceñidos o faldas cortas. De cintura para arriba, tiene un vientre plano, que marca algo de tablilla pero sigue siendo sexy, y un pecho fino, como mucho de copa B que queda perfecto en su anatomía. Tiene el pelo castaño oscuro casi negro, cortado a media melena con mechas azules, y en su carita redonda destacan sus grandes ojos con largas pestañas y su boca, ancha, con labios ni muy finos, ni muy gruesos.
-Ocurre algo? Haces mala cara.
-Los exámenes. Me quedan dos esta evaluación y me tienen super estresada. Además voy a catear una y no quiero que sean tres.
-Vaya...
Estrella suspira mientras salimos de casa y nos dirigimos al autobús.
-En serio, no sé cómo soportan esto los demás. Tú tenías algún truco para relajarte cuando estabas de exámenes?
-Bueno, yo normalmente con un poco de amor propio se me iban todos los nervios
-Qué suerte tenéis los tíos, de verdad. Frota, frota, escupe, y todos los problemas se van por el retrete
-Bueno, pero la pajavaleriana no está solo al alcance de los tíos, las chicas también podéis, eh?
Estrella se ríe con mi comentario, como es habitual. Siempre vamos en el mismo autobús, tomamos la misma linea que pasa por su instituto y mi trabajo. Es divertido hacer el viaje acompañado, además tiene sus ventajas, si alguna vez nos hemos dormido el otro nos ha llamado al timbre. Y el tono de las bromas el último año se ha hecho bastante más adulto.
-Nunca he conseguido llegar, es como si algo me lo impidiera -dice Estrella ensombreciendo la mirada.
-En serio? Y tu novio?
-Nos tocamos, pero tampoco me ha hecho llegar nunca, ni sola ni acompañada. -suspira.
-Quieres que te ayude? - digo en tono de coña para hacerla reir
-Ja!!! Más quisieras! -responde dándome un puñetazo en el brazo
-Pues a ver si le metes más horas a estudiar y menos al ALO!!! -digo amagando un coscorrón. El resto del viaje pasa entre bromas.

Alter Life Online es un videojuego que los dos jugamos. Es como otra vida, llena de aventuras y en la que puedes hacer lo que quieras. Mi mujer pasa de videojuegos, y también el novio de Estrella, así que jugamos juntos la mayor parte del tiempo. Por la tarde se conecta varias veces mientras estoy jugando y la regaño para que se vaya a empollar.

Al día siguiente, entra ojerosa en el ascensor conmigo
-Buenos días Estrella
-Hola Antuán...
Estrella parece hoy tres veces peor que ayer. Está ojerosa y se ha recogido el pelo en una suerte de moño mal hecho con varios pelos fuera.
-Parece que alguien se ha dejado la almohada puesta hoy. -digo pasándole los dedos por la nuca intentando enderezarle los mechones.
-Antuán, para.- dice ella muy seria.
-Mal humor por la mañana? Esa no es la actitud para ir a un examen. -la regaño jovialmente y le paso otra vez la mano por el pelo para chincharla.
Estrella se gira de golpe y me tira de la corbata mirándome fijamente a menos de un palmo de mi cara.
-PARA!!! - me dice con los dientes apretados, levantando la voz en un tono que me asegura que no está de broma.
La miro a la cara para enfrentarme a su mal genio, y me encuentro con una sonrisa mal disimulada y una mirada que podría fundir metales. Su expresión es de... Lujuria? La revelación me cae como un mazazo. La niña se está haciendo mujer y las bromas ya no son tales bromas. Mi mente está hecha un lío y mi instinto toma el control. La beso rodeando sus labios con los míos. Ella abre la boca e introduce tímidamente su lengua en la mía, ofreciéndome espacio para hacer lo mismo. Tiende sus brazos alrededor de mi cuello y aprieta fuerte, al igual que yo la tomo por la cintura y la nuca y la aprieto contra mí, su boca contra mi lengua invasora, su vientre contra mi erección. El frenazo del ascensor nos saca de nuestro ensimismamiento y nos separamos colorados, salimos de casa en silencio y nos dirigimos a la parada.
-Eres un cabrito. Yo tengo novio y tú estás casado. -me dice ya en el autobús un poco más tarde.
-Lo siento muchísimo. No entiendo qué es lo que me ha pasado. - asiento compungido.
-Lo que NOS ha pasado a los dos. -admite, y se queda mirando hacia la ventanilla, sonrojada y pensativa hasta que llega su parada.
Cuando llega mi parada y me levanto del asiento, noto que una gota de líquido se desliza por mi uretra hacia la punta. Mierda. echo a correr no vaya a ser que me mee encima. Y ni siquiera pensaba que tuviera ganas. Entro al servicio en el trabajo y al sacármela noto que tengo líquido preseminal en la punta. Sacudo la cabeza y me limpio, incapaz de creer que me haya mojado por el beso. Es porque llevo una semana sin follar, Lourdes está obsesionada con tener un hijo y solo quiere hacerlo cuando está ovulando, ni masturbarme me deja. Y cada vez está más malhumorada y con menos ganas de sexo por no conseguirlo. También se ha abandonado bastante, ha descuidado su higiene y su figura, y la encuentro menos atractiva. Y acabo de comerme a una colegiala. Joder, sabía a gloria.

Es por la tarde cuando jugando al ALO veo que su nick se conecta
-Hola... -me dice su personaje por chat privado
-Hola, siento lo de esta mañana, pero te aseguro que por mi parte no tienes que hacer nada para hacer las paces, deberías seguir estudiando para los exámenes. -intento sermonearla, también para que me deje algo de espacio
-He hecho hoy los que tenía pendientes, por fin puedo descansar hasta la evaluación ^^
-Bueno, me alegro ;) Qué tal han ido?
-dpm.. he entrado más relajada hoy, aunque he estado toda la mañana con las bragas mojadas XD
-En serio???
-xq t iba a mentir?
Silencio....
-Oye... lo q decías ayer de ayudarme... lo decías en serio?
-Ayudarte? a qué?
-A alcanzar l orgasmo...
Me quedo atónito delante del teclado
-Y tu novio? -Y mi mujer?
-k quieres, k les invitemos a verlo? cn palomitas y todo? >_<
-Estrella... no podemos...
-Mira... llevo todo el dia pensándolo, no te estoy pidiendo que me folles ni que tengamos una relación ilícita, pero con un solo beso me has creado un pantano allí abajo, si alguien me puede enseñar eres tú Antuán.- Noto que ha dejado las abreviaturas y los emoticonos. Casi nunca chatea así, y cuando lo hace es porque va muy en serio.
-Y qué quieres? Una clase de educación sexual?
-Quiero que nos toquemos. Está en el mismo nivel que besarse, no?
-Define tocarnos
-Pues tú me haces tener un orgasmo y yo te hago a tí tener otro. Es lo justo, no? Además, todavía soy virgen. No quiero follar, solo necesito darle salida a toda la tensión sexual que llevo.
-Estrella, no...
-Por favor te lo pido.. lo necesito...

Llega el viernes. He pedido un día de asuntos propios en el trabajo, y ella va a faltar a clases. Entramos en el ascensor y ella pulsa el 8º en lugar de la planta calle. He cogido la llave del cuarto de ascensores, y pasaron la revisión hace cuatro días, no les toca volver hasta el mes que viene.
Salimos con cuidado del ascensor y nos dirigimos corriendo a la puerta de servicio sin que nos vean. Estrella sube las escaleras por delante de mí contoneando provocativamente las caderas. Lleva una falda de cuadritos, un jersey tipo uniforme de colegio de pago y hasta se ha recogido el pelo en coletas. Lleva en la mano los leotardos que se ha quitado nada más cruzar la puerta de servicio. Va de colegiala puta en toda regla. Mientras se contonea le doy un azote en el culo y le arranco un gemido de placer y sorpresa.

Entramos en el cuarto de ascensores. Huele a aceite de maquinaria y hay mucho ruido del motor cuando el ascensor se mueve, pero el cuarto está limpio. Tiro mi cazadora al suelo y cierro la puerta con llave. Al darme la vuelta está de rodillas sobre ella, y se ha despojado de la mochila y el jersey, y me mira con un dedo en la boca.
-El pago por adelantado, no?
-Estrella, no tienes que...
-Quiero hacerlo. Además si estás desfogado es menos probable que se te vuelva a ir la pinza y me violes. -dice con lascivia.
Suspiro. Me ha calado, se me fue bien ayer con el beso, y mentiría si dijera que no quiero empotrarla contra el suelo sobre mi cazadora. Me acerco a ella aflojándome el pantalón mientras ella se despoja de la blusa y el sujetador y los aparta. La visión de sus tetas casi rompe la cremallera de mi pantalón. Están ahí, desafiando la gravedad sobre un vientre plano perfecto
-Decepcionado? -me pregunta con las manos sobre su pecho
-Estás de broma?! -digo casi sin aliento.
-Ya veo. - dice con una risilla mientras baja mi cremallera y extrae mi miembro de su celda. Retira con cuidado el prepucio hacia atrás y lame el glande con la lengua chorreando saliva. Cuando está totalmente cubierto lo desliza delicadamente dentro de su boca, apartando el flequillo con una mano para que tenga una vista completa de su cara. Noto su lengua rodear mi miembro mientras sus ojos miran directamente a los míos con esa mirada ardiente que me sedujo ayer.
-Dime cosas guarras. - me dice sacándose mi polla de la boca con un sonoro "pop"
-No me sale ser así... intento decir
-Mira... aunque sólo sean tocamientos y no vayamos a follar, estoy poniéndole los cuernos a mi novio con un hombre casado, no quiero sentirme como una doncella, quiero que me hagas sentir sucia... y disfrutarlo. Tener presente a lo que vengo. Si prefieres, paramos aqui y nos quedamos a medias?
Trago saliva.
-Calla y come putita. -digo en tono autoritario agarrándola por las coletas y le meto el miembro en la boca, ella se deja gimiendo provocativamente. Le empujo mi miembro en la boca hasta el fondo, y gruñe mientras se retira y vuelve a acometer por sí misma. Con un jadeo, se esfuerza por mantener el control de su respiración mientras noto mi pene curvarse hacia abajo y bajar por su garganta, y la lengua se mueve de lado a lado por mi falo haciéndome cosquillas en el escroto.
-Haaaaaaaaah! Esto me gusta más! Qué me dices profe, cómo está ahora mi nivel de francés?- dice sacándosela de nuevo cubierta de baba espesa, que cuelga en un hilo desde mi glande hasta sus labios
-Sublime. -digo con pronunciación francesa. -Al trabajo, perra. Quiero terminar pronto para comerte el coño como no te lo han comido en tu puta vida.
-guau! -ladra ella alegremente agarrando mi miembro y mis huevos y metiéndoselo de nuevo en la boca. Noto que su mano busca detrás de mis testículos hasta llegar al ojete mientras redobla sus esfuerzos chupando. La baba entra y sale de su boca, haciendo con su succión un ruido de sorber característico con cada movimiento adelante y atrás. Está explorando muy cerca. Le agarro de una coleta con fuerza y la paro
-Si me metes el dedo en el culo te cruzo la cara zorra. Vamos, sigue trabajando que te vas a comer todo el bote acumulado.
-mmfff-hmmffff- contesta ella con la boca llena, y entonces me aprieta con fuerza el perineo, detrás de los huevos, provocando una sensación entre placer y molestia, pero que aumenta la presión de la sangre en mi miembro, maximizando la sensación de la potente mamada. El orgasmo me llega cuando ella se está apartando para respirar, y eyaculo como un surtidor, el primer chorro desaparece dentro de su boca, mientras que los siguientes le ponen perdido el rostro, el pecho y las manos.
-Vaya, sí que tenías reservas. -dice mientras se observa las manos.
-Lo sien.. -empiezo a decir, pero me interrumpo al verla lamerse como un gato, recogiendo todo mi semen de su cuerpo y depositándolo en su lengua. Cuando no encuentra ningún resto visible me mira con expresión satisfecha. Yo recojo una gota de su frente y se la muestro, ella me lame el dedo con deleite. Después me la chupa una última vez, apretando con la lengua todo el líquido que hay en mi uretra empujándolo hacia fuera al interior de su boca.
-Tienes un talento natural para comer pollas. Tenías mono de rabo, eh?
Ella asiente
-Nunca lo había disfrutado tanto. -dice tomando unas toallitas húmedas de su mochila y limpiándose completamente. Cuando ya está limpia y perfumada se sienta, se quita las bragas de una pierna y se las deja colgando del otro muslo. La parte de la entrepierna brilla ante la luz que entra por la claraboya.
-Creo que te toca.
Me pongo de rodillas entre sus piernas, y me echo sobre ella. Ella me mira con aprensión cuando la tomo por la cintura y la nuca, y la beso de nuevo, haciéndola gemir. El aire a nuestro alrededor empieza a oler a su feminidad. Cuando mete la lengua en mi boca la tomo entre mis labios y succiono al interior de mi boca, arrancándole un gemido. Después bajo dándole besos por el cuello hasta el pecho. Tomo uno en mi boca y el otro con la mano, masajeando, chupando, mordiendo, y arrancándole gemidos cada vez más intensos. Bajo una mano hasta su entrepierna y entiendo por qué la había descrito como un pantano el otro día. Acaricio su vulva por la cara interna de los labios mayores, mientras me despego, cosa que me cuesta, de sus gloriosas tetas, y bajo por su abdomen dándole besos. Cuando estoy a medio camino por su vientre cambio de dirección y me dirijo dando besos hacia un lado, mientras sigo acariciando su chochito con suavidad. Cuando llego al extremo del vientre le doy un par de mordisquitos que le arrancan respingos y gemidos.
-Aaaah no seas malo ahora!- me dice con una voz que me incita a ser más malo todavía.
Me acomodo entre sus piernas y miro directamente al tesoro que se me ofrece. Me sorprende lo perfectamente pelado y suave que lo encuentro y le acaricio el monte de venus para comprobarlo.
-Me hice la láser hace un par de años para la gimnasia, si no se nota el arbusto en la malla y rasurado pica. - me dice, adivinando mi pregunta sin formular
No contesto y lamo la ranura entreabierta, metiendo la lengua hasta su virgo. Separo los labios mayores para poder verlo bien y memorizar su anatomía. Ella se saca la falda por la cabeza y se apoya sobre los codos para ver mi trabajo. Su sexo está húmedo y sabe de maravilla, así que me aplico a lamer toda la humedad extra de la zona, mientras con mis dedos prosigo la exploración. El clítoris está cubierto por un capuchón de piel, así que uso mis dedos para retirarlo y hacer salir su diminuta pepita. Sólo con este gesto sus jadeos constantes se convierten en gemidos suaves. Sujetando la piel retraída, paso mi lengua lentamente por allí mientras gime muy fuerte y empieza a balbucear mi nombre y a pedir más.
Pronto me doy cuenta de que cada vez que mi lengua pasa por un punto concreto, que ahora mismo está muy duro, tiene un pequeño espasmo que hace que sacuda todo el cuerpo. Empiezo a buscar ese punto continuamente y varios minutos después he cogido ritmo y toda ella está latiendo como un enorme corazón. Sus gemidos se empiezan a hacer más fuertes y se muerde una mano para ahogarlos, pero aún está lejos de llegar, así que con mi mano libre introduzco un dedo en su vagina. Tratando de no romper su virgo introduzco el segundo, y palpo por dentro guiado por las reacciones de mi compañera hasta que encuentro ese punto. Inicio un masaje rítmico sobre la parte frontal de su vagina, alternándolo con el movimiento de mis dedos dentro y mi lengua asaltando incansablemente su centro del placer.
-Aaaaah Para!! No puedo soportarlo más, me estoy volviendo loca, detente por favor!!! - dice con una voz que suena desesperada, pero no hace nada por detenerme todavía. Presiento que está a punto de caramelo, así que el movimiento de mis dedos se transforma en un pistón rápido contra su punto G mientras tomo la zona entera de su clítoris entre mis labios y succiono con fuerza. El resultado no se hace esperar, su cuerpo convulsiona repentinamente y se arquea hacia atrás, casi derribándome en el proceso, y grita, para caer desmadejada al suelo. La tomo en brazos y la siento sobre mí en mi regazo
-Por favor, sigue, necesito saber hasta donde puedo llegar.- dice con voz entrecortada. Su tono suena como una súplica, aunque creo que nunca la he visto tan feliz.
La tomo en mis brazos desmadejada como está, y juego con sus pechos lamiendo su nuca. Empieza a gemir de nuevo, y bajo mi mano hacia su entrepierna. La he memorizado: su forma, su olor, su tacto.... con un solo dedo retiro la piel que sobra y dos más acaricio sus labios. Empieza a gemir y a recuperar la energía. Se gira para besarme y se aprieta el otro pecho. Es tan sexy, tan erótica, que noto mi miembro crecer de nuevo. Ella lo toma en su mano libre, y se pone a tocarme, restregándolo contra sus muslos. Sus caderas empiezan a moverse frenéticamente y no tarda en restregarse contra mi miembro mientras la toco. De repente deja de besarme y me mira fijamente a los ojos. Yo también me detengo y noto que alinea su sexo con el mío. Está muy seria, casi solemne, duda. Llevado por el instinto, empujo mi cadera hacia arriba, penetrando entre sus labios... y ella se deja caer sobre mí. Gruñe de dolor, después me agarra la cara y me besa con una pasión irrefrenable. El tiempo arranca de nuevo y nos empezamos a mover, noto un líquido ardiente que baja por mi miembro hasta los testículos.

Está sobre mí, arqueada como una estrella porno, y como poseída por una fuerza mayor que le diga qué hacer. Esta cría ha nacido con un talento innato para follar. Cada vez nuestros cuerpos se mueven más rápido en sincronía. Debería parar, la culpa y el deseo se arremolinan a partes iguales en mi mente. Joder. Me la estoy tirando a pelo, y no puedo parar. Su segundo orgasmo se acerca, y su movimiento se ve marcado por espasmos que le mueven el cuerpo entero y transmiten las vibraciones directamente a mi miembro. Cada vez nuestros sexos están mejor alineados y la penetración es más profunda, más intensa, noto como su vagina se contrae alrededor de mi miembro, y algo en el fondo que se contrae rítmicamente contra mi glande.

Al llegar su orgasmo se lanza abajo haciendo la penetración más intensa que nunca, y noto algo aferrarme la punta. Incapaz de resistir más, eyaculo varias veces. La intensidad de su orgasmo me sacude entero, estrujandome rítmicamente hasta que he terminado de eyacular, y cae desmadejada de nuevo sobre mí.

Ha pasado casi una hora y sigue dormida allí donde se ha quedado, mi pene ahora fláccido sigue dentro de ella. No he sido capaz de moverme, estoy entre extasiado por el polvo, digiriendo lo sucedido y enternecido por la visión de Estrella dormitando contra mi pecho, aunque me estoy empezando a entumecer. Muevo ligeramente el cuello crujiendo las vértebras. Ella se despereza y se pone de pie, mirándome con una expresión que no logro descifrar.

-Estarás contento. Le has quitado la inocencia a una pobre chica virgen. - dice en un tono sarcástico
-Lo siento, no sé lo que me ha pasado.
-Lo que NOS ha pasado, querrás decir.
-Y si te quedas embarazada?
-Hoy es día seguro para mí, me tiene que venir mañana, y si se me retrasa me tomaré la del día después, no te preocupes. La verdad es que la he notado entrar, pero no salir.- dice palpándose la barriga.
-Así y todo no deberíamos...
-Pues lo hemos hecho.  Esto termina definitivamente la relación con mi novio, hace meses que estamos mal y ni se ha acercado al placer que me has dado tú en un solo día. Lo siento por tu mujer, pero ya puedes aprovisionarte de condones porque tengo intención de ser tu putita durante mucho, mucho tiempo. -dice lanzándome una mirada ardiente.

 Estrella coge toallitas húmedas de su mochila, y limpia mi miembro de su sagre y de los restos de nuestro apareamiento. Después me la chupa suavemente hasta que me la noto dura de nuevo. Entonces, se levanta de nuevo y me tiende la mano para ayudarme a levantarme. Joder, se me ha quedado el culo cuadrado de tanto rato
-Vamos.- me dice
-Vamos a qué?
-Ya que has empezado, termina de iniciarme. Todavía soy virgen por aquí.- dice dándome la espalda, arrodillándose sobre su chaqueta y moviendo el culo en pompa mientras con los dedos se separa las nalgas para que pueda ver el bonito asterisco rosa que esconden.

martes, 1 de diciembre de 2015

Esa chica. - por Dani


Había acabado la clase, y ahí estaba ella, como siempre, recogiendo sus cosas, dispuesta a abandonar el aula como cada día. No era la vez que más guapa estaba, pero no me importó. Me había resuelto a materializar aquella fantasía a la que tantas vueltas le di. Era el momento de hacerlo. No podía posponerlo más.

Ni siquiera había terminado de guardar mis cosas, pero no pude contenerme. Salí a la puerta del aula, y, con una determinación más propia de un lobo hambriento que de un ser racional la miré a los ojos y la solté: -Sígueme-. Acto seguido la agarré de su brazo, y me dirigí sin titubeos al lugar en el que había fantaseado la escena.
Ella parecía no entender nada, como es lógico dado lo absurdo de la situación; sin embargo, no opuso resistencia. Se limitó a seguir, sumisa, mi indicación. Durante el largo pasillo no aparté ni un instante la mirada de mi destino, no titubeé, no mostré ninguna inseguridad o flaqueza. Lo tenía todo muy claro y no quería que nada me frenase. A fin de cuentas, llevaba deseando aquello mucho tiempo. Unos 4 años, el tiempo que hacía desde que conocí a Esa chica. A ella me unía una relación de amistad, por más que nos hubiésemos enrollado alguna noche puntual en cualquier garito de la capital exaltados por el alcohol. Pero aquel día era diferente, algo me lo decía y yo estaba dispuesto a conocer donde estaban mis propios límites.

Ya casi habíamos llegado. Durante nuestro paseo forzado por el solitario pasillo, Esa chica me preguntó desorientada: -¿Qué haces?, ¿dónde vamos?- no obtuvo respuesta. El hecho de que no me hubiese frenado en seco, o hacer el menor ademán de zafarse de mi insistente mano me envalentonó. Me dio más confianza, si cabe, para mi ya agrandado ego. Por fin, y asegurándome de que nadie nos viera, decidí abrir la puerta. Su rostro era la expresión de la confusión y, por qué no decirlo, de la atracción hacia lo desconocido. Esa chica estaba totalmente descolocada, no entendía nada de lo que ocurría, y, precisamente por eso, entró sin rechistar. Inmediatamente hice lo propio y cerré la puerta con el pestillo interior. Aquel baño para discapacitados físicos era frío, espacioso y tremendamente limpio. Parecía que tenía muy poco uso. Estaba ubicado en una zona poco transitada de la universidad, alejada del barullo juvenil, casi al final de todo el campus. No parecía que fuésemos a molestar a nadie, o peor, que alguien tuviese curiosidad por el espectáculo que estaba a punto de acontecer.

Tras cerciorarme de que había cerrado bien, me giré resuelto hacia ella, que me miraba ojiplática, entre asustada y expectante por lo que habría de ocurrir, como un niño que se tapa los ojos con los dedos dejando hueco para ver la escena de terror. Mi paso decidido hizo que ella retrocediera hasta la pared, viéndose acorralada por mí. Me acerqué lo más que pude a ella, notando el contacto de su chupa de cuero con mi jersey gris. Advertí su acelerada respiración y su total inquietud por la situación, que se acrecentó cuando con mis manos decidí desabrochar el botón de su vaquero y bajar la cremallera. En aquel momento ya me encontraba muy excitado, y pronto supe que ella también, pues al bajar su pantalón y sus bragas hasta las rodillas, noté muy húmedo su sexo. Sin mediar palabra ninguno de los dos, repetí el mismo procedimiento con mis vaqueros y calzoncillos, y fácilmente extraje mi ya erecto miembro, para empezar a penetrar a Esa chica ahí mismo.

Fue todo muy repentino, no pasaba ni un minuto desde que la había agarrado del brazo en la puerta de clase y ya estaba follándome a aquella muchacha a la que tantas noches hube deseado. El improvisado escenario no invitaba a la pasión en un primer momento, pero lo cierto es que, quizá por lo extravagante de la situación, ambos estábamos bastante excitados. 
Desde un primer momento yo asumí el rol de dominante, mientras que ella aceptaba su papel de sometida. Su cazadora de cuero poco le duró encima, y del estorbo que suponía su camiseta ya me encargué yo con mis ansiosas manos, que acariciaban sus no demasiado grandes senos. Ella se limitaba a agarrarme la espalda con violencia, la misma que estaba empleando yo en cada acometida. De vez en cuando, de su boca salían tímidos gemidos, que, en mi oído, sonaban a música celestial. Pero aquella escena era Rock and roll. No había diálogo ni muestras de ternura reservados a los polvos convencionales. Esto era sexo sucio, impuro, frenético.

Cuando me percaté de que Esa chica pronto tendría un orgasmo, y de que así me lo haría saber a través de un ruidoso gemido, opté por taparle la boca con mi mano agarrándola con cierta violencia la mandíbula, impidiendo de este modo que un alarido delatase aquel tórrido encuentro en un baño del último pasillo de la facultad. Así que Esa chica no tuvo más remedio que tragarse su propio gozo, pese a sus intentos de exteriorizarlo.

En el momento climático del apareamiento, decidí sacar mi miembro de aquel mar de fluidos, para girar su cuerpo por completo y doblarla por la cintura, viendo los detalles más íntimos de aquel culo que me volvía loco. Se la volví a meter por el mismo orificio, que a estas alturas ya estaba dado de sí y empapado, en un movimiento que pareció excitarla aún más, y pronto empecé a repetir el proceso iniciado anteriormente.
En esas andábamos los dos; ella, apoyando las manos en la taza de loza y con el culo en pompa; yo, de pie, con los vaqueros por los tobillos y absorto de todo cuanto ocurriera ahí fuera. Los dos habíamos perdido nuestra condición de sujetos racionales para convertirnos en animales, sin ser conscientes de lo incorrecto y lo impúdico que resulta follar en un baño para discapacitados, pero en aquel momento no estábamos para actuar en función de los principios sociales más elementales.
Cuando noté el inequívoco cosquilleo que precede a la eyaculación, y percatándome de que lo estábamos haciendo sin condón, me separé de Esa chica y tuve la delicadeza de apuntar a la pared y correrme sobre los azulejos. Todo un gesto de caballerosidad por mi parte. Embriagados, sudados y aún aturdidos nos miramos con cara de exaltación por lo ocurrido. Esa chica soltó un "joder" que me invitaba a que hiciese un comentario sobre el panorama. No acerté a decir nada. Ni un chascarrillo, ni una broma. Nada. Tenía poco que decir. Aquello había cumplido con creces mis expectativas, esas que yo mismo califiqué como utópicas. Cogí papel higiénico, me limpié cuanto pude y me subí los pantalones.

-Vuelvo al aula, tengo que dar la siguiente clase.- Sentencié.
Y me fui.

Noche de película - por Amayoski

Sus labios no podían soportarlo más. Tenía que decirlo. Incluso se movían en ocasiones cuando la otra persona no le miraba, formando la frase tan anhelada. Pero su aliento no llegaba a salir, y se volvía a quedar muda. "Hagámoslo. Entra dentro de mí y lléname". Ya sonaba como un cántico. Un mantra cálido pero agobiante que llenaba su mente y cuerpo. En las silenciosas noches, sin darse cuenta, exploraba a través de sus dedos, cada curva de su propio cuerpo, exhalando leves suspiros que enviaba a la oscuridad de su cuarto. Imaginaba con claridad el cuerpo de él. Cada lunar, cada detalle, lo tenía en su cabeza. Y no había forma de detener sus fantasías, de frenar ese deseo que sentía. Pero no tenía valor.

 Al fin y al cabo... Para él no era más que una "hermana". No lo eran en realidad, pero demasiados años juntos les dieron una cercanía, que ella ahora incluso llegaba a odiar. Pero ese día se había levantado con fuerzas renovadas, y un brillo salvaje alumbraba sus ojos. "Esta noche" se repitió para sí. Planeó una noche de película en su casa, con todo lo que le gustaba a él: cine de acción, pizza y bebidas. Al llegar, se quedó ensimismado por un momento: el vestido negro que llevaba ella dejaba poco a la imaginación. Pero aparte... Notó algo distinto en su cara, aunque no supo qué era. Ella inició la conversación, lo cuál fue una suerte, porque no se le ocurrió nada que decirle. Entre la película, la cena y la bebida, se fue relajando. Hicieron bromas, un poco más subidas de tono que de normal.

 Ella se fue para el baño un momento. Cuando volvió, se le quitaron las ganas de continuar con la película. Tuvo que parpadear varias veces para convencerse de que no era una ilusión. Ante él tenía una bella figura totalmente desnuda, salvo una ligera prenda inferior y un sujetador minúsculo. Pero no llegaban a eclipsarla. Al contrario, conseguían pronunciar sus atributos con maestría. Costando más de lo que desearía, subió los ojos para mirarla a la cara, pero no le dio tiempo. Ella se abalanzó encima de él, rápida como un felino que no quiere dejar escapar a su presa. Él intentó articular alguna palabra, a lo cual ella respondió con sus ansiosos labios, llenando su boca de caliente saliva, que lo entumeció en el acto. Sintió danzar su lengua alrededor de la de ella. Intentando sobreponerse, consiguió apartarla un poco para mirarla e intentar poner en orden sus pensamientos. La mirada de ella le borró cualquier intento de pararla.

 Sus ojos eran una mezcla entre deseo, timidez y algo de desesperación. No pudo resistir esa mirada mucho tiempo. Ahora fue él el que se lanzó a besarla. Ella, sorprendida por el ímpetu, se quedó sin fuerzas por un momento, pero se recuperó lo justo para llevar su mano algo temblorosa hacía la entrepierna de él. El calor y dureza que sintió fue suficiente para reavivar su pasión. Fue bajando su cabeza por el torso mientras le levantaba la camisa, besando cada centímetro que había a su paso. Él, que continuaba sin creerse que no fuera un sueño loco y fantástico, miraba atónito la cabeza de su amiga al bajar. La que había sido su confidente, y casi como una hermana... Estaba provocando sensaciones que no había pensado llegar a tener. Y conforme más bajaba ella... Menos le importaba que no se hubiera dado cuenta hasta ahora. Era una sensación nueva y extraña, pero...

No pudo pensar más en qué significaba lo que estaban haciendo. Ella llegó a los bajos de él, y mientras tanto había estado desabrochando el pantalón. Con avidez, hundió su nariz en el bulto ya humedecido, y con una de las manos, fue bajando la ropa interior de él, mientras con la otra se acariciaba a sí misma, soltando pequeños jadeos que iban a parar al miembro ya desnudo de él. Fue introduciéndolo, apreciando el olor concentrado, y lamiendo para sentirlo en cada parte de su boca. A él se le escapó un suspiro cerrado, y levantándose con dificultad después de ese ataque que lo dejó sin fuerzas momentáneamente, se acercó a las partes bajas de ella, y la agarró para acercar su mano hasta la vagina. La notó húmeda, casi se escapaban los fluidos por los muslos, y supo lo que tenia que hacer.

Fue tanteando por sus labios inferiores, moviendo y presionando con dos de sus dedos. El gritito que pudo distinguir entre los jadeos ahogados por su pene, le confirmó que iba por buen camino. Así que "un poco más no creo que le moleste", pensó él. Le fue introduciendo el dedo índice, seguido del dedo corazón por su vagina. Las paredes se apretaron con su roce, y lo tomó como una señal para incrementar la velocidad. Ella no pudo aguantar mucho más la fricción, y tuvo que dejar de lamer para soltar un gemido que resonó en el salón. Él continúo sin piedad, y la giró para ponerla cara a cara. La besó con fiereza, ella respondió entrecortada entre jadeos cada vez más fuertes. Le pareció que quería decirle algo, así que él bajó un poco el ritmo. "...témela. Metémela entera". Casi parecía una petición, más que una orden. Él accedió con gusto.

La colocó encima de él, y fue subiendo la cadera con suavidad, hasta que ella se quedó rígida, para después relajarse. El miembro se fue deslizando, cada vez más adentro de su vagina. Poco a poco, ella fue moviendo las caderas, como un oleaje en la noche, lento pero constante. Él decidió hacer un cambio de ritmo, acariciando y pellizcando los pezones de ella. Sin poder controlarlo, ella empezó a tener convulsiones en su cuerpo, moviéndose frenéticamente al ritmo de él. Él se dejó llevar también, acariciando cada parte de piel que veía en ella, y que le estaba pareciendo cada vez más bello de observar. Fueron cada vez más y más fieros. Él le clavó sus dedos en el trasero de ella, mientras a su vez, ella agarraba la espalda de él, como temiendo que se fueran a separar. Él... ya no podía más... tenía que moverse o sino…

 No le dio tiempo a apartarse, sus fluidos llenaron el interior de ella como una cascada. Ella no pudo sino gritar de profundo placer y apretarse más a él. Estuvieron unos minutos abrazados, sin mirarse el uno al otro. Los pensamientos agolparon de repente sus cabezas. Se miraron... Y esbozaron una sonrisa, entre divertida, picante y tímida. Ella, con un susurro, le dijo al oído: "¿Te apetecerá otra noche como está?". Él, como única respuesta, la besó apasionadamente.